Omar Pérez Salomón
Desde que llegó a la
casa blanca, en enero de 2008, Barack
Obama ha dado continuidad a la política agresiva desarrollada
por los sucesivos gobiernos de Estados Unidos contra Cuba, con el empleo de un
carril que pretende destruir a la Revolución Cubana mediante un bloqueo económico
todavía más férreo si fuera posible, las presiones y amenazas desde el
exterior, incluyendo la agresión militar y un carril dos que hoy toma una mayor
fuerza con el objetivo, como dijera Fidel Castro el 26 de julio de 1995, “de
penetrarnos, reblandecernos, crear todo tipo de organizaciones contrarrevolucionarias
y desestabilizar el país cualesquiera que sean las consecuencias”.
Las Tecnologías de la Información y las
Comunicaciones constituyen el medio fundamental utilizado por el imperialismo
para fomentar la subversión, dirigida en especial a la juventud, religiosos,
comunidad científica y académica, universidades, cuentapropistas y otros
sectores de la sociedad.
El 13 de abril de 2009,
la administración yanqui emite un memorando que entre otras medidas, autoriza a
las empresas estadounidenses de servicio de televisión y radio por satélite, a
comenzar las transacciones necesarias para ofrecer el servicio a los clientes
en Cuba, sin el consentimiento de las autoridades cubanas. También emplean
materiales audiovisuales generados por la
TV gubernamental especialmente concebida contra Cuba mediante
soportes digitales.
Sumado a ello, en los
primeros cuatro años de gobierno de Obama se produjo una escalada en las
transmisiones de radio y televisión ilegal contra Cuba, que alcanzó una cifra
de 2 127 horas semanales como promedio por 30 diferentes frecuencias,
provocando interferencias a las estaciones cubanas. En total, el dinero
públicamente solicitado por la
Casa Blanca al Capitolio para financiar a Radio/TV Martí supera los
30 millones de dólares cada año, sin contar otros presupuestos que quizás
lleven la etiqueta de secreto.
En el debate de la Primera Comisión
de la Asamblea
General de la
ONU sobre “Los avances en la esfera de la información y las
telecomunicaciones en el contexto de la seguridad internacional”, realizado en la Organización de
Naciones Unidas, el pasado 6 de noviembre, la delegada cubana Yadira Ledesma
aseguró que, “las transmisiones ilegales de radio y televisión contra Cuba no
emiten información, sino que la falsifican y tergiversan con fines
desestabilizadores y de subversión y afectan el normal funcionamiento de los
servicios de radiocomunicaciones”, como es el caso de frecuencias destinadas al
servicio de radiodifusión, radioaficionados, tareas de la defensa civil y
comunicaciones entre naves y aeronaves.
La administración de
Obama desconoce las reiteradas llamadas de atención realizadas al gobierno de
Washington por la Unión Internacional de
Telecomunicaciones, organismo de la ONU, que ha reafirmado que
Estados Unidos viola las normas a las que está sujeta por invadir el territorio
cubano con frecuencias radioeléctricas enviadas desde aeronaves, que pretenden
interferir canales de televisión y frecuencias de radio en ondas medias y FM
que se encuentran en servicio en la isla.
Llamo la atención que el
despliegue de aviones para las trasmisiones ilegales, constituye una de las
acciones más provocativas y peligrosas. Una medida como esta solo se ha tomado
anteriormente durante situaciones de guerra, como Viet Nam e Irak, y significa una clara violación de la
soberanía cubana.
Varios especialistas
estadounidenses consideran que las transmisiones de radio y televisión contra
Cuba es un negocio que no sólo opera contra la isla sino contra la legislación
y la economía de Estados Unidos. Ha costado más de 600 millones de dólares a
los contribuyentes norteamericanos y en realidad beneficia a elementos de la
mafia anticubana, incluidos congresistas de origen cubano.
Recuerdo que el año
pasado el sitio CubamoneyProject publicó en 813
páginas, el listado de los “periodistas y colaboradores” contratados entre 2003
y 2010 por la Oficina de Transmisiones
hacia Cuba (OCB por sus siglas en inglés), para realizar labores de
propaganda contra la Isla,
desde las mal llamadas Radio
y TV Martí, desafiando la ley federal que prohíbe terminantemente
influir con propaganda oficial en la opinión pública de los Estados Unidos y
vulnerando principios de la profesión como la imparcialidad y la objetividad.
El coro mediático era
bien variado en cuanto a voces, aunque con la misma gastada melodía de la propaganda
anticubana, pues a los periodistas vinculados al Herald como Pablo Alfonso, Wilfredo
Cancio, Olga O’Connor
y Carlos Alberto Montaner, se añadían otros de diferentes medios, entre ellos,
Juan Manuel Cao y Miguel Cosío del Canal
41, Ninoska Pérez, de Radio
Mambí, así como otros muchos reporteros que laboraban en el Diario de Las Américas y
las emisoras Telemundo
y Univisión.
Varios sondeos
realizados por el propio gobierno yanqui, revelaron que la televisión
anticubana está prácticamente fuera del aire debido a la casi nula
teleaudiencia dentro de Cuba, por la eficaz interferencia lograda por los
técnicos cubanos, mientras se mantiene en un bajo perfil la recepción de la RM.
¿Por qué el presidente
Obama no toma en serio las recomendaciones de congresistas y especialistas en
la materia, y de Agencias de prensa como la AP y el periódico The New York Times – que en nada simpatizan
con la Revolución
Cubana - que reclaman la desconexión de las emisoras
anticubanas?.
Aunque el portavoz y
jefe de prensa de la embajada de Estados Unidos en
España, Jeffrey Galvin, señaló el 8 de noviembre pasado en la Casa de América en Madrid,
que respecto a las relaciones con Cuba existe una
política de acercamiento, dudo mucho que Obama cambie su política hacia la
mayor de las Antillas en su segundo mandato, y seguirá haciendo el ridículo al
fracasar las transmisiones radiotelevisivas contra Cuba.
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