Omar Pérez Salomón
Es como para reírse si no fuera un asunto tan serio. El principal centro de poder planetario, el país que más bases militares y cabezas nucleares posee – entre 5 mil y 10 mil -, desplegadas por todo el mundo para implantar el terror y que promueve conflictos en la península Coreana, el Medio Oriente y Sudamérica, nuevamente incluye a Cuba revolucionaria y solidaria, en la lista de países patrocinadores del terrorismo internacional, alegando los mismos hipócritas y vacíos argumentos de años anteriores. Tal grado de perfidia e infamia son inadmisibles.
Desconocen la historia de la participación seria, responsable y transparente de Cuba como mediadora en el conflicto colombiano, reconocido en varios períodos históricos por el gobierno de Colombia y las guerrillas de ese país.
Cómo explicarle al sufrido pueblo de Haití, que recibe cada día las atenciones médicas y el cariño de los cubanos que colaboran en condiciones difíciles en ese país, que Cuba patrocina el terrorismo; y los millones de personas consultados por médicos cubanos en decenas de países, los millones que han aprendido a leer y escribir a través de los programas de colaboración de Cuba, los más de un millón que han recobrado la vista en el marco de la Operación Milagro. Solo estas evidencias hacen inverosímil la decisión del Departamento de Estado yanqui.
Cuando los medios de prensa internacionales se olvidaron del terremoto de Haití y muy pocos países participan en un programa serio de recuperación de la nación más pobre de Latinoamérica, Cuba recién ratificó el compromiso con el rescate del sistema sanitario de Haití, como parte de un amplio programa coordinado entre los gobiernos de estos dos países y Brasil. Como dijera Jaques Hugues Henry, decano de la Facultad de Medicina de Puerto Príncipe, el trabajo conjunto de los tres países es un modelo de cooperación, ya que coloca al ser humano en el centro de las preocupaciones.
Otra muestra del “terrorismo” que practica Cuba lo tenemos en el siguiente fragmento del diálogo de la periodista cubana de Radio Progreso y Radio Habana Cuba Nuria Barbosa León, con la joven colombiana Angélica Sotelo Valbuena, estudiante de la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM) que radica en Cuba:
Menciona algún grato recuerdo de la ELAM
“La convivencia con personas de muchos países. Eso nos enriqueció culturalmente. En un cuarto podemos vivir muchachas de varias nacionalidades. Ahí todos somos familia y sufrimos las mismas vicisitudes: estamos lejos de la casa, del país y entonces nos volvemos una familia. Nos apoyamos, convivimos, lloramos, reímos, corremos, hacemos deportes y estudiamos. Eso nos hizo unirnos a pesar de las diferencias”.
Al conocer la noticia de no poder continuar en la ELAM por desaprobar una asignatura por qué decidiste quedarte en Cuba
“Sinceramente por mi familia y por mi sentimiento de superación. Regresar a Colombia sería buscar trabajo, nada más, sin tener conocimientos, ni título, ni carrera”.
¿Quién te ofreció quedarte en Cuba?
“En la misma ELAM nos propusieron varias especialidades vinculadas a la medicina. Más o menos unas 14 especialidades, puedo mencionarte optometría, estomatología, enfermería. Quedaba a decisión personal: regresar o intentar comenzar desde el principio en otra especialidad. Yo me quedé y ya concluí el segundo año de traumatología”.
¿Ahora donde estudias?
“En la facultad de Ciencias Médicas de Camagüey. Cuando nos dieron la posibilidad de continuar estudios nos distribuyeron en las distintas facultades de medicina en toda Cuba, atendiendo a la especialidad que iniciaríamos. A mí me tocó en Camagüey”.
¿Qué te parece la ciudad de Camagüey?
“Aquella ciudad me gusta porque es un lugar muy bonito. Te puedo hablar de su arquitectura y de la forma colonial en que están distribuidas sus calles y casas. Incluso te puedo asegurar que los precios de los productos son más baratos que en La Habana”.
¿Los camagüeyanos?
“Son gente muy amigable y solidaria. Pienso que es así todo el pueblo cubano”.
¿Por qué?
“Todos me dieron aliento cuando desaprobé en la ELAM. A mis profesores y tutores le importaba que yo continuara y no me desanimara. Por eso me quedé. A todo el mundo le importó. Nadie me dijo: “Usted no puede y se va”. Sino que me hicieron ofertas para que continuara. Todos me aconsejaron y me apoyaron para que intentara nuevamente”.
Así es la Cuba que el imperio acusa de terrorista, mientras congresistas norteamericanos liberaron recientemente unos 15 millones de dólares para financiar las operaciones de subversión en Cuba, que se realizan a través de firmas contratistas de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) y de mercenarios vinculados a la mafia cubanoamericana.
Cabe preguntarse entonces, por qué un terrorista confeso como Luis Posada Carriles está libre y protegido en Estados Unidos, camina tranquilamente por las calles de Miami y asiste a reuniones públicas, en contraste con el injusto encarcelamiento de cinco jóvenes cubanos, quienes permanecen desde 1998 en prisiones de Estados Unidos por el único delito de luchar contra el terrorismo.
La hipocresía y el doble rasero en la política del gobierno de Estados Unidos hacia Cuba no tiene límites y la dignidad del pueblo cubano es infinita.
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