Por Froilán González y Adys
Cupull.
En Vallegrande, Bolivia, permanecieron por 30 años los
restos del Comandante Ernesto Che Guevara y varios de sus compañeros.
Del 7 al 9 de octubre de este año se realizó un Congreso
Internacional de Solidaridad con Cuba con la presencia de más de 200
delegados de Bolivia, Perú, Argentina, Chile, Brasil, Colombia, España, Canadá y
Alemania.
Los participantes condenaron los 50 años del bloqueo
norteamericano contra Cuba, exigieron al presidente Barack Obama la inmediata
libertad de Gerardo Hernández, Ramón Labañino, Fernando
González, Antonio Guerrero y René González, cinco héroes antiterroristas
cubanos prisioneros injustamente en Estados Unidos, debatieron el legado y la
influencia del Comandante Guevara en los procesos
revolucionarios de los pueblos latinoamericanos.
Coincidimos con los presentes en Vallegrande
que la victoria que le otorgó el bravo pueblo venezolano al presidente
Hugo Chávez es el más grande homenaje al Comandante Ernesto Che
Guevara y cada uno de sus combatientes y con legítimo orgullo leímos sobre
el emotivo acto en La Higuera, donde
junto al monumento al Che, con la presencia de sus pobladores
,y las banderas soberanas de Bolivia, Cuba y
Venezuela se hizo entrega de reconocimientos a las brigadas médicas y
de maestros cubanos que trabajan en Bolivia.
Pero
no podemos olvidar aquel octubre de 1967: Los crímenes
cometidos en La Higuera con la presencia de un agente de la CIA, la
ocupación militar de Vallegrande, la presencia de asesores norteamericanos,
agentes de la CIA de origen cubano, el control de la única
cábina teléfonica, el hospital Señor de Malta, la lavandería y la morge, el
proceso de cortarle las manos, la desaparición de los cadáveres, el
temor de la población ante la posible represión, las llegadas de
helicóperos y aviones. La presencia de corresponsales de Guerra o
periodistas de diferentes agencias de noticias.
Tampoco podemos olvidar nuestras
visitas a partir de 1983 cuando realizábamos las
investigaciones histórica, que dieron origen a nuestros libros
La Nueva edición del Diario del Che en Bolivia (Ilustrado), De Ñacahuasú a La
Higuera y La CIA contra el Che. En aquellos años preguntar sobre los
acontecimientos guerrilleros resultaba difícil. La primera
vez llegamos al atardecer después de transitar casi 60 kilómetros por un
camino polvoriento desde Mataral, donde existe un desvío en la
carretera Santa Cruz- Cochabamba. Apreciamos un paisaje sombrío,
sobrecogedor, de tristeza. La torre de la iglesia, el techado
de tejas o pajas de las humildes viviendas, sus calles de tierra y piedras. La
noche con su oscuridad, las sombras de las montañas que rodean el
valle, el aire suave, la luna, las estrellas, el
frío nocturno que aumentaba junto a la soledad, el silencio y los
recuerdos,
Al amanacer recorrimos el parque,
los mercados, observamos a sus habitantes vestidos en su gran mayoría de
negro, hablando en voz baja y un tanto mistoriosos, los burros con
sus cargas y las personas aglomeradas en el lugar donde arribaban las
únicas guagua o buses procedentes de Santa Cruz o
Cochabamba trasladando parientes, amigos, noticias, cartas, paquetes
y aquel silencio que parecia eterno.
A partir de ese viaje
planificamos cada visita con llegadas después de las
diez de la noche cuando cesaba la única planta que suministraba
electricidad desde las seis de la tarde. Nuestro arribo se
producía siempre cuando la ciudad dormía y de igual
forma el regreso.
En 45 años mucho ha cambiado
Bolivia y América Latina. Razón tenían la escritora ecuatoriana
Nela Martínez y la española María Teresa León. cuando conocieron del asesinato y
escribieron respectivamente:
“Vi su retrato difundido bajo
grandes caracteres gozosos de la prensa internacional y lloré. ¿Quién no se
conmovió con la noticia? Hasta los propios cómplices del crimen buscaron maneras
de limpiarse las manos. La máscara de Pilatos vuelve a ocultar los rostros de
los verdugos a través de los tiempos.
”Tendido en una piedra de lavar su cadáver no era un
cadáver. Los ojos abiertos nos miraban. En su rictus no se advertía el sello de
la muerte. Desafiante su gesto en el último instante. Aquella sonrisa vencedora,
de su otro triunfo, iluminaba el día. Su rostro de combatiente del mañana quedó
impreso en Los Andes.
”Viejas leyendas, de los que regresarán para continuar
la guerra comenzada, circularán de boca en
boca a oídas en el largo silencio del campo, en los
caseríos de barro y paja, en la otra historia de los iletrados. ¿Cuánto tiempo
anduvo Tupac Amaru haciéndole la guerra a la Corona de España, a la enemiga del
indio? Largo fue el tiempo de la espera, hasta que no una, dos y cien veces,
regresó. Toda la conmoción del levantamiento más grande en contra de la colonia
no se perdió cuando su cuerpo fue partido y repartido en los cuatro puntos
cardinales del Tahuantinsuyo. Nuevas epopeyas silenciadas, silenciosas por su
propia naturaleza, han sacudido las entrañas de los pueblos del
Ande.
”Los fuegos permanecen adentro, igual que en los
volcanes. Cuando le sacuden al continente, se siente que la lava se les subió a
los hombres hasta la conciencia [...]”.
En Roma, miles de personas, llegaron hasta la sede
diplomática de Estados Unidos para
protestar por el asesinato del Che. En ese multitudinario acto, María Teresa
León, en nombre de su esposo, el famoso poeta Rafael Alberti, y de los españoles
en el exilio, dijo:
“Yo traigo el dolor y la pena de Rafael Alberti, y con
la mía, la de todos los exiliados de España, y el dolor de los que se quedaron
allá con la mirada vuelta hacia la libertad, el dolor de la juventud española
que no doblan las rodillas y que había visto en el Che Guevara un héroe del
rabioso tiempo presente de nuestra América Latina
[...].
”Murió en su ley, próximo a la América más pobre, más
abandonada, despojado de todo, menos de su esperanza. En el lugar en que lo
asesinaron brotarán dos fuentes: la de la libertad y la de la justicia. Los
indios bolivianos, los desheredados de un continente, murmurarán su nombre,
dirán que está vivo, que golpea a sus puertas porque tiene sed y dejarán en las
ventanas una jarra de agua para que el Che beba al pasar. Porque pasará y
recorrerá todo un continente y su nombre será la fuerza del futuro, la alta
estrella de la Cruz del Sur que llamará a toda la América a alzarse y luchar por
su independencia política y económica contra todos los dominios
extranjeros”.
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